Del Estado y otros demonios: la humanidad

La última vez que escribí en el blog, prometí tres entregas de lo que, a mi entender, envuelve al Único. La primera fue la religión. Para no perder el hilo conductor – que me he encargado de volver confuso- entraremos en otro gran contexto: la humanidad. Les pediré entonces que encierren en humanidad el complejo concepto de «comunidad» o «sociedad», para entrar en un repaso visto en perspectiva de toda forma en la que el hombre decide asociarse, voluntaria u obligatoriamente.

El hombre, que es un animal, es un ser gregario, y al parecer, eso es indiscutible. Sin embargo, lo que pongo en tela de juicio en este artículo, son las formas que adopta ese gregarismo. Por tanto, no planeo discutir una característica tan antigua como la existencia de vida en la tierra, sino la forma en que dicha característica la ha modificado la razón a lo largo de la historia del Ser Humano.

Si revisamos el diccionario, encontraremos que el gregarismo, como primera opción, nos remite al adjetivo; en seguida, el adjetivo nos da la primera impresión. La RAE lo define:

  • Dicho de un animal: Que vive en rebaño o en manada.

Sin embargo, aceptemos nuestra superioridad intelectual y busquemos un significado acorde a nuestra condición, para lo que elegimos las siguientes dos opciones que nos ofrece el diccionario:

  • Dicho de una persona: Que está en compañía de otros sin distinción, como el soldado raso.
  • Dicho de una persona: Que, junto con otras, sigue ciegamente las ideas o iniciativas ajenas.

Una vez elegidos los dos significados válidos para nuestro análisis, iremos escogiendo, según conveniencia, cada uno, para comprender por qué el Ser Humano sigue siendo gregario.

En principio, y así nos demanda la historia, creemos que el Hombre es gregario porque está en compañía de otros, sin distinción. Entonces es necesario hacer una pausa y reflexionar sobre esto. ¿Somos, realmente, gregarios, porque estamos en compañía de otros sin distinción? La historia nos dice que no. No les hará falta, queridos lectores, una extensa demostración bien documentada al respecto de esta reflexión; bastará con recordar la colonia, el esclavismo, la segregación racial y, una de mis favoritas, la locura. Esta última, explicada de manera extensa y ejemplar por Michel Foucault en su obra Historia de la locura en la época clásica. Ahora mismo, en pleno 2016, la islamofobia y el extremismo religioso del islam se reparten el mundo entre partidarios y detractores.

Sin embargo nos queda una parte por reflexionar de ese concepto: «… como el soldado raso». Ese, quizá, es el componente más importante del concepto dado. El ejemplo es claro. Para que el Hombre viva en compañía de otros, sin distinción, debe ser considerado un soldado. Y los soldados tienen como característica básica la homogeneidad. Si hay un soldado, siempre tiene que haber un ejército. Apliquemos, pues, el nuevo arquetipo a la vida cotidiana del Hombre.

El Ser humano es un soldado de casi todo lo que hace en su vida diaria. Tiene un trabajo en el que, al igual que sus pares, desarrolla una función determinada para el ejército –  su empresa –  que se lo manda. Es seguidor de determinado partido político que le establece las directrices en las que debe creer. Va a una iglesia en la que su dios, por medio de algún gran general, le dice cómo vivir. Finalmente, alguien – su sociedad-  le puso en la cabeza que debe vivir en familia, con esposa e hijos, además de un largo decálogo de cosas que se permiten y que no, regidas por la moralidad.

La relación ejército- soldado es clara. Si prefieren, usemos una más conocida: dominante-dominado. Por lo tanto, parece que cae en decadencia la idea de que el Ser Humano es gregario por que está en compañía de otros sin distinción.

Usemos el segundo concepto. Ser gregario sería, según la RAE, seguir, en compañía de otros, ciegamente las ideas o iniciativas ajenas. Esta segunda definición se ajusta mejor a la realidad mundial a través de nuestra larga existencia como especie. Los ejemplos brevemente citados párrafos atrás nos los recuerdan constantemente. El Hombre sigue siempre ideas ajenas, ideas de un tercero. Los colonizados son inferiores a los colonizadores, los negros inferiores a los blancos, los locos inferiores a los cuerdos, los islámicos inferiores a los cristianos. Así a lo largo de la historia, en un sistema que aísla al distinto y premia – con el «privilegio» de ser uno más- al semejante. (Véase el ejemplo de la locura en Foucault).

Aquí me permito recordarles que esta dinámica en la que el mundo se desenvuelve, se explica, en síntesis, con el concepto de ideología: falsa conciencia que Marx propuso.

Por tanto, como momento lúdico del artículo, me permito formar, de lo ya creado, algo nuevo:

Gregario:

  • Dicho de una persona: Que, en compañía de otras, sigue ciegamente ideas o iniciativas ajenas, como un soldado raso, que vive en rebaño o en manada.*
                                                                                *Concepto de autoría del dueño del blog. 

¿Qué hace el Único en este mundo, que se desarrolla bajo ideas ajenas, que siguen miles de soldados? ¿Se condena al ostracismo? No. El Único, como tal, comprende la dinámica mundial y propone, como alternativa, asociaciones voluntarias. Ha de unirse a todo lo que le parezca correcto y desechará lo que no, siempre consciente de que, en cualquier momento puede salir de cualquier grupo al que pertenezca. El Único busca ser el creador de las ideas, no el seguidor de las mismas.